lunes, 9 de noviembre de 2009

09/11/2009

(A ti, mi excusa para sonreír)
No sé porqué, pero he dejado pasar muchas historias de metro.
Hoy ocurrió algo que me hizo recordar que vale la pena escribirlas.
En mi viaje, una muchacha se comenzaba a maquillar cuando ya mis ojos no aguantaron y cedieron al sueño. Al volverlos a abrir, su rostro había cambiado por completo y me sorprendió cuando una sonrisa surgió de la nada. Supuse que un recuerdo fue el culpable de tal manifiesto de picardía y felicidad compartida.
De alguna manera me contagió y las dos sonreímos placenteramente. Qué bien se siente no sólo encontrarte con pensamientos rutinarios, sino que te sorprendan –de vez en cuando- recuerdos que, sencillamente, te hacen sonreír sin razón aparente.

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