Hoy no tolero a los ignorantes que creen que se la están comiendo por gritar una canción de regueton, incontrolablemente, desde Petare hasta La Hoyada; únicamente porque el concepto de respeto nunca ha pasado por sus cabezas.
Y mucho menos tolero a los idiotas que creen que eso es gracioso.
Estoy harta de que los vagones sean un claro reflejo de la miseria cultural de este país, de la falta de educación.
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