jueves, 23 de octubre de 2008

Fuera de servicio

jugando entre rayuelas

jueves, 22 de mayo de 2008

PROHIBIDO en este vagón

jugar perinola sin parar...

sábado, 3 de mayo de 2008

Esperando una historia

Quiero una historia de vagones que se detienen por horas y ven pasar el tiempo pacientemente. Donde no sobren los desesperados que huyan y busquen otra opción que no sea esperar.
Quiero una historia de paseos y discusiones, de chupetas y sonrisas.
Quiero una historia de cuentos y canciones.
Quiero una historia que me sorprenda desde el principio.
Quiero una historia con muchas líneas que me confundan.
Quiero una historia de madrugadas sin lluvia.
Quiero una historia donde el que duerma pierde. Y el que se duerma, duerma profundamente.
Quiero una historia que esté fuera de todo, pero que esté.
Quiero una historia difícil de entender y construir.
Quiero una historia sin terceros, una historia de dos.
Quiero una historia que te incluya, que hable de ti.
Quiero una historia con vos.

Quiero una historia...

Espacio personal

Montarse en el Metro implica olvidarse de que posees un espacio personal que los demás deberían respetar. Definitivamente hay diversas maneras de sentirse invadido. Para mí, es inevitable, recordar y conectar esto con relaciones pasadas.
Más de una vez he presenciado las demostraciones amorosas de parejitas en los vagones. El que me conozca bien, sabe que no me gustan dichas demostraciones amorosas.
A pesar de que me he ido acostumbrando (o he tratado de hacerlo), esta semana no logré soportarlo. Sinceramente no creo en eso de que “cuando estás con alguien que amas, te olvidas del mundo;” me parece una excusa un tanto ridícula y exagerada.
Probablemente soy chapada a la antigua, pero creo que debe existir un respeto, un “espacio” para cada quien y para cada cosa, donde haya chance para coquetear, para intrigar, para hablar, para verse, para ver a los demás, para no tener que salir corriendo y atropellar a medio vagón porque no te habías dado cuenta que ya llegaste a la estación.
Creo totalmente en el amor que no se tiene que publicar en los periódicos para que se considere amor, creo en lo íntimo (con todo lo que implica), creo en la individualidad, creo en crear vínculos y no dependencias, creo que existen personas que piensan igual que yo, no sé en dónde están, pero por alguna otra estación andarán.

¡Peligro! Estoy loca por Dios (30/04/2008)

Así decía la chapa que llevaba en su bolso, el cual estaba minado de unas cuantas chapas más con imágenes religiosas.
Bajita, de pelo negro sujetado en una cola, camisa verde pastel de botones hasta el cuello, blue jeans hasta la cintura y un rosario en el cuello muy acorde con su bolso. Era como una especie de vendedora de Herbalife pero religiosa.
Probablemente esté llegando tarde a esta conclusión, pero ahora la religión también es Pop… y se vende.

lunes, 14 de abril de 2008

12/04/2008

Santamarías anaranjadas a medio cerrar. Barrenderos y aceras vacías. Automóviles a toda velocidad. Foto perfecta de velocidad lenta. La calle caraqueña ya no es para las mujeres, ni siquiera en la Libertador. Los árboles de la Francisco comienzan a inundarse.
Te camino porque estás serena y sola, porque aquí no hay círculo social que valga; te camino porque quiero y me toca.
11:30pm... la noche apenas comienza

martes, 1 de abril de 2008

28/03/2008

Viajar explotando burbujitas de plástico es otra cosa. Eso sí implica completa desconexión. Y aunque sientas las miradas de extrañeza y hasta lástima, el viaje se reduce al sonido de cada explosión. El tiempo se reduce. “Mira, se lo voy a llevar a Ela.” Después de todo el reciclar implica mucho más de lo que uno cree. Al igual que el de muchos, escuchar el plástico reventar, es uno de mis vicios.

27/03/2008

Sabes que es tarde cuando el vagón se llena de amarillo, azul eléctrico, verde y anaranjado. Cuando las miradas son fijas y perdidas, cuando sobran las cabezas desbocadas que siguen el ritmo del vagón. Sabes que es tarde, cuando hay silencio.

jueves, 7 de febrero de 2008

06/02/2008

Hay veces, que en los vagones, las miradas traspasan los cuerpos y las sonrisas son inevitables. Sin darte cuenta esas miradas se vuelven cómplices y crean su propio código, más aún si el viaje implica más de diez estaciones. Si fuese atrevida, otra sería la historia.

jueves, 31 de enero de 2008

Al Agricultor

La tristeza, al igual que la nostalgia, es mal educada. Llega sin pedir permiso. Sobretodo si vas solo a las 9 y media de la noche en un vagón, llevando encima dos cargas que consideras derrotas. Pero así como llega, se va. Sin darte cuenta ya no está, y las derrotas, se vuelven historias. "Verde que te quiero verde"

domingo, 27 de enero de 2008

A VIAJAR JUNTITOS

Miércoles 6pm. Vía Palo Verde.

Usuario 1: ¡¡auch!! (Suspirando) ¡Lo que hace la necesidad!
Usuario 2: ¿necesidad? Yo lo hago por diversión
Usuario 1: (extrañada)
Usuario 2: ¡claro! Imagínese lo que me tardaría de Altamira al centro en carro
Usuario 1: toda la vida…
Usuario 2: mejor agarro mi metro y voy tranquilo. Además quién sabe si voy recostadito del amor de mi vida. (Señalando a Usuario 3) Éste se casó gracias al metro. jajajaja
Usuario 3: de hecho… tienes más chance de apapucharte en el metro que en el carro
(Todos alrededor sonríen)
Usuario 3: ¡lo que pasa es que ahora estoy es pa’ lanzarme a los rieles!
Usuario 1: ¡¡¡permiso o los saco!!!
(Todos ríen a carcajadas)

Al bajarse en Altamira, los señores sacaron a más de uno. Era evidente que se trataba de abogados. Primera vez que alguien le da sentido, públicamente, al ir apretados en el vagón. Al parecer a todos les gustó la nueva perspectiva, porque a pesar de la empujadera, sonreían felices.

LOS METROBOYS

Hoy en día, al parecer, sobran los grupitos que muestran su talento en el metro. La verdad, éstos me sorprendieron. Eran tres y una guitarra era suficiente. Con versiones propias de chino y nacho se encargaron de hacer bailar a más de uno en el vagón, y eso que íbamos medio apretados. Definitivamente, al venezolano le gusta el circo. Pero en ese momento, yo también era parte de él… y me gustó.

lunes, 14 de enero de 2008

13/01/2008

Viaje inesperado de metro… 10:45pm Altamira-LaCalifornia. El cansancio y la tristeza son difíciles de disimular. La falta de actividad en el vagón no ayuda. El vagón está saturado de trabajadores de casino. Caracas de noche cambia de personalidad.
Las situaciones, como este viaje, son inesperadas.

miércoles, 9 de enero de 2008

09/01/2008

hoy el vagón cabecea...

martes, 8 de enero de 2008

08/01/2008

Creo que la idea de literalmente escribir historias de metro hace que disfrute menos el viaje y me preocupe por buscar que pase algo fuera de lo normal que sirva de anécdota. En mi viaje de ida pensaba que a lo mejor ésto le quitaría la magia a esos encuentros extraños, que mi anhelo por contar las cosas haría que mis viajes fueran aburridos y monótonos. Menos mal que de la nada (como siempre) apareció un personaje que no sólo me dio ánimos de seguir escribiendo sino que se encargó de arrebatar varias sonrisas a los que íbamos allí.
Bastó ver sus manos para calcular su edad y apenas comenzó a hablar tuve que subir la mirada y ponerle rostro al individuo. Unos 60 años diría yo, vestido al mejor estilo de su juventud. El hombre esperó que se cerraran las puertas para comenzar a descargarnos su sarcasmo.
“Si toso es por el aire acondicionado… ¿aire acondicionado? Pss ¡Viva Venezuela carajo!”
Así se dio inicio a una serie de hostilidades que ponían un tanto incómodos a los que viajábamos con él. En su grito de guerra, según él, citaba a un coño de madre por ahí “Hoy me tiras un peo, mañana me cagarás, recoge tus macundales que a esta mierda no vuelves más.” Esto lo gritaba entre cuentos de adecos porque “los adecos son como los poetas, se adaptan a todo. ¡Yo sí soy adeco carajo!” Estación a estación nos iba contando su historia. “¡Rascao y limpio! Así estoy, todavía celebrando lo del primero de mayo… que digo, diciembre… el 2… ¡esa vaina carajo!”
Todo se fue tornando más ameno, después de varias estaciones nos íbamos ganando su confianza. Era como un show que él había planificado sólo para aquellos que lo acompañaríamos desde el inicio de su viaje hasta el final, ya que sólo hablaba cuando las puertas se cerraban.
“¡Uy! Cuando llegue a mi casa… ¡mi mujer me va a botar! ¡No importa que te boten, alguien más te recoge!” Su cara cambió de inmediato y para mí fue suficiente para entender la razón de su grito de guerra. No lo acompañé hasta el final pero me bajé con sus bendiciones y escuchando como le coqueteaba a una muchacha que se bajaba conmigo “Una administradora, ejecutiva hard core… ¡pero si eres bella! Adiós guapetona… que Dios te bendiga a ti también”
Ahí se me ocurrió algo más, probablemente todo se reduce a una historia de amor. ¿Será que Caracas es eso, una interminable historia de amor?

07/01/2008

Hoy es un no lunes y por esas casualidades, que se te presentan muy raramente, logré sentarme en mi viaje de ida, lo cual me permitió aislarme un poco más de lo normal y disfrutar de la intensidad espiritual de Kandinsky y su abstraccionismo. Mi viaje fue corto, tanto de ida como de venida.
Se me había olvidado la existencia de los encuentros gracias a una sala de chat, pensé que eso estaba pasado de moda o algo así, pero hoy comprobé que no. Escuchar la conversa de una pareja que viajaba a mi lado fue más que suficiente para entenderlo. Entraron al vagón en Chacao y según lo que escuché les faltaba una estación al momento de bajarme. Ella de una estatura no convencional, de grandes atributos. Él, un flaco común, de esos que te provoca alimentar. Definitivamente hay un prototipo de venezolana que vive de recordarle a los demás, y por lo tanto a sí misma, todo eso de lo que carece. Y cómo les encanta a los hombres una mujer que los convenza de lo bella que es.
Seguridad ante todo ¿no?
De eso se trataba este encuentro, de convencer. De pretender que no cuando es sí. De inventar historias, relaciones, amistades. De venderse y coquetear.
“Yo no soy de nadie, quien me quiera me quiere así, sino que no lo haga” decía ella mientras se arreglaba el cabello en el reflejo de la ventana del metro con un cepillo que sacó de su cartera. Él sonreía y no podía dejar de mirarla.
Hoy es lunes, día de encuentros, de ponerle cara a las palabras, de alegrarse con cualquier cosa, de no ir más allá… pero al final de cuentas ¿quién dijo que un lunes no se disfruta una ida al cine del Sambil y unos churros para llevar?